viernes, 13 de abril de 2012

El Robo de la Cartera y la Comisaría

Un día, de hace un par de meses aproximadamente, estaba dando un paseo por el centro de la capital de mi provincia cuando, de repente y sin previo aviso, un chico se tropezó conmigo. Sin darme tiempo ni a ayudarle a levantarse ni a decir una palabra, se levantó de un salto y salió corriendo en dirección contraria, dejándome perplejo por lo raro de la situación. Total, que seguí andando tranquilamente y un poco más allá, cuando ya no se veía al chico en cuestión, no sé porque me eche mano al bolsillo de la chaqueta donde llevaba la cartera y no estaba. Entonces me di cuenta de que el chico era un ladronzuelo y que el choque era una excusa para buscarme la cartera y sacármela sin que me diera cuenta. Después de que se me pasara el cabreo, no me quedo más remedio que dirigirme hacia la comisaría, que por suerte estaba cerca de allí.

Cuando llegue allí, vi que había bastante gente esperando. Pero lo que me llamo la atención fue una chica muy guapa y muy sexy del otro extremo de la habitación. Tenía un top azul que la marcaba las tetas y unos pantalones cortos ceñidos que resaltaban sus preciosas piernas. Creo que ella también se fijó en mi (o en que la miraba), porque giro la cabeza hacia donde yo estaba y sonrió de manera picara.

Me acerque a ella y empezamos a charlar. La dije que me habían robado la cartera y ella me contó que la habían robado el bolso. La dije que lo sentía y que aquí se lo arreglarían. Ella sonrió otra vez y dijo que se le tocaba ya, al señalar al número que salía en la pantalla de la sala de espera. Yo la desee suerte y seguí esperando. Eso sí, antes de perderse de vista la volví a mirar sus preciosas piernas y su culito respingón enmarcado por su pantalón corto ceñido.

Al cabo de un rato, me entraron ganas de ir al baño. Me levante y como quedaba todavía mucho para mi turno, me levante y pregunte a un policía por los servicios. Me dijo que por el pasillo que iba, la última puerta a la derecha. Le di las gracias y allí me dirigí. Los encontré, entre y salí, todo en unos minutos. Me dirigía de nuevo a la sala de espera, cuando una puerta se abrió y sin saber muy cómo me vi empujado al interior de una habitación. Cuando conseguí ponerme en pie, vi a la chica de los pantaloncitos cortos y a un policía mirándome.

   -Aquí el uniformado me ha pedido que se la chupe y yo le he dicho que sí, siempre que consiguiera que tu pasaras por aquí y también participaras –me explico ella.

   -¿Y eso por qué? –pregunte yo, mirando al policía, que resultó ser el que me dijo dónde estaba el baño.

   -Porque mientras hablábamos vi cómo se te subía la polla cada vez que respiraba y me subían y bajaban las tetas –respondió ella, y pasó a la acción.

Se quitó el top y dejo a la vista unas tetas preciosas con unos pezones erectos ya. Tuve que reconocer que tenía razón en lo dijo de mirarla las tetas, mientras me bajaba los pantalones y me sacaba la polla, ya bastante dura y se la metía en la boca. Empezó a jugar con su lengua en ella, mientras con una mano también le bajaba los pantalones al policía y empezaba a masajearle su polla.

Su lengua jugaba con la punta de mi polla y yo empezaba a estar en la gloria. De vez en cuando se pasaba la mano libre por las tetas y se la metía en el pantaloncito corto. Al cabo de un rato, cambio de polla en la boca y se la mamo al policía, mientras con la mano me la masajeaba a mí.

Unos minutos después, nos juntó cerca de ella y empezó a mamarnos la polla a los dos a la vez primero, después a mí, siguiendo por volver a hacerlo a los dos a la vez, para pasar al policía y volver a los dos a la vez. Como ya estábamos calientes del todo, los dos nos corrimos en su boca y en sus tetas. Ella gimió de placer y pasó sus dedos por el semen para saborearlo y después nos limpió las pollas con su lengua y sus manos.

Cuando termino, se puso el top (entonces pude ver que tenía un tatuaje encima de la cintura del pantalón) y nos metió las pollas en los pantalones. Luego salimos los tres de la habitación y la chica se despidió de nosotros dos con un beso en la boca que nos calentó otra vez. La vimos salir de la comisaria moviendo su culito encantador. Nos dimos la mano y las gracias por el rato que acabamos de pasar y cada uno volvió a donde estaba, el policía a su trabajo y yo a la sala de espera. Cuando llegue, vi que todavía faltaban tres números para mi turno, así que me arme de paciencia y seguí esperando.

Al cabo de unos tres cuartos de hora (esto de la burocracia va despacio), vi como salía mi número, así que me dirigí a la sala que me correspondía y entre en ella. Al cerrar la puerta, casi me caigo de culo. Tenía que dar mi denuncia a la policía más cañón que había visto en mi vida. Morena, alta, una camisa que marcaba sus ricas tetas, unos pantalones del uniforme que dejaban un culito que incitaba a pecar… Me senté, intentando que no viera la erección que tenía (aunque por lo que paso después, creo que no lo conseguí, jejejejeje).

   -Bueno, señor, ¿Qué desea denunciar? –dijo, aunque con un tono de voz que me indicaba otra cosa (“¿quieres follarme?”).

    -Que me han robado la cartera, oficial –respondí yo, en el mismo tono de voz que ella (“cuando quieras, guapa”).

La conté como había sucedido todo el robo y en un momento dado me dijo que le enseñara donde estaba el bolsillo. Cogí la chaqueta y se le enseñe donde estaba. Ella me pidió la chaqueta y se la di. La sopeso, la dio vueltas en sus manos… y de repente se levantó de su silla, dio la vuelta a su mesa y se colocó detrás de mí. Dejó la chaqueta encima de la silla de al lado de la mía y empezó a besarme en el cuello por detrás de mí. Yo me ponía cada vez más cachondo con esa situación, así que la deje seguir un rato. Cuando este paso, tiro la chaqueta a una percha cercana (por cierto, acertó a la primera) y se sentó en la silla, abriéndose de piernas e incitándome a que la bajara los pantalones y la comiera el coñito. Yo lo hice y empezó a usar mi lengua en círculos por su sexo, mientras ella empezaba a gemir muy bajito.

Un rato después la quite la braguita (azul con puntos negros) muy despacio y volví a bajar a su coñito besándola las piernas, primero la derecha, luego la izquierda y así sucesivamente. Además, iba acariciándolas a la vez, pasando las manos muy suavemente por donde había besado antes.

Cuando volví a llegar a su coñito, en vez de usar la lengua, la metí dos dedos en un movimiento mete-saca, mete-saca, mete-saca, mete-saca… que la puso cachonda perdida…

   -Mmmmm, así, así, así…

Yo segui con el procedimiento unos minutos, hasta que me pidió que la metiera la polla hasta el fondo, pues veía que se estaba poniendo muy dura, así que me baje los pantalones y procedí a hacer lo que me pedía.

   -Ay, ay, ay, que rica, cariño. Dale, dale, dale. Qué bien lo haces, mmmmmm –gemía mientras se la metía una y otra vez.

Unos minutos después de empezar, y mientras no paraba de follarla, me agache sobre su camisa y se la abrí, dejando a la vista un sujetador a juego con las braguitas (azul con manchas negras). Lo aparte un poco y empecé a acariciar sus preciosas tetas hasta que vi que sus pezones se ponían erectos y muy duros.

   -Mmmmm, chúpamelos, guapo, chúpamelos –dijo ella.

Así lo hice. Mi polla la follaba su coñito y mi lengua chupaba sus pezones a la vez. Vi que se ponía cada vez más cachonda, así que renové mis dos movimientos mencionados y ella gritaba y gritaba, gritaba y gritaba…

    -Sí, sí, sí, sí, si… sigue así, sigue. Follame fuerte, fuerte.

Segui dándola en los dos sitios un rato, hasta que la dije que se pusiera de pie, se apoyara en la pared y se la metí por detrás, con ella de pie. Ella subía y bajaba, subía y bajaba, subía y bajaba en mi polla, mientras yo la acariciaba las tetas con mis dos manos haciendo círculos sobre ellas.

Cuando note que sus pezones se endurecían todavía más de lo que estaban, la lleve hacia se mesa, me tumbe en ella y ella se subió en mi polla, para cabalgarme como si estuviera en celo…

    -Así, así… me gusta tu pollla, mmmmm. Me gusta dentro de mi coñito rico, mmmmm.

Poco a poco, poco a poco, empezó a echarse hacia atrás y hacia delante mientras (primero con una mano y después con la otra) se masturbaba el coñito y, a veces, metía más adentro mi polla de su coñito.

Cuando vio que se cansaba en esa posición, se bajó de mi polla y se la metió en la boca, para jugar con su lengua en la punta. Con las manos, de vez en cuando, hacia círculos en la misma muy despacio. Después empezó a metérsela y a sacársela de la boca, metiendo solo la puntita. Acto seguido volvía a metérsela hasta el fondo de la boca y yo notaba la punta de su lengua, mientras subía y bajaba por toda la longitud de mi pene.

Al cabo de unos minutos, se tumbó encima de mí y puso mi pene entre sus preciosas y delicadas tetas, juntándolas encima de él y moviéndolas arriba y abajo, arriba y abajo, como si estuviera frotándoselas. Así estuvo un buen rato hasta me corrí y mi semen se derramo por todas ellas. Entonces note que ella también se corría.

Se quedó unos minutos encima de mí, descansando. Entonces se vistió (yo hacía lo mismo a la vez). Cuando todo estuvo otra vez en su sitio, me dio a firmar la declaración y nos despedimos con un beso muy, muy, pero que muy caliente…

Al cabo de un mes (más o menos), me llego un paquete a casa. Lo abrí y contenía mi cartera y un DVD. Intrigado, lo puse en el reproductor y vi un video de las mamadas de la primera chica y del polvo con la oficial. Entonces me di cuenta de que las dos chicas tenían cierto parecido y entonces caí… Desde aquel día me había quedado la sensación de que las dos chicas se parecían y en una carta que venía en el paquete la oficial me decía que eran primas y que la primera chica la había dicho que se lo tirara si caía mi caso en su oficina, que mi polla era una maravilla, etc., etc., etc. También explicaba las caras de los policías que me iba encontrando mientras salía de la comisaría, que me miraban con cara de envidia unos, con sonrisas sardónicas otros… Terminaba la carta diciéndome que la llamara cuando quisiera al número que venía por la parte de atrás, que era muy posible que llevara consigo a su prima.

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