Mi ordenador decidió dejar de funcionar un
día de verano sin más ni más, porque hasta cinco minutos antes funcionaba de
maravilla. Pero eso es lo que tienen estos trastos, que le vamos a hacer…
Total, que tuve que llevarle a una tienda para que lo arreglaran. Allí me
dijeron que tenía que esperar dos semanas para verlo arreglado, así que tuve
que buscarme un nuevo ordenador y lo encontré en la sala de informática pública
de mi ayuntamiento. Después de ir tres o cuatro días, vi que la chica que lo
atendía era monísima, con el pelo rizado recogido en una trenza, unos
pantalones ajustados que me ponían a mil y unas camisetas también ajustadas que
ya eran la leche, pues tenía unas tetillas que eran preciosas y un primor...
Después de ir unos días más, una tarde
resulto que tenía que hacer un trabajo que me mantuvo enfrascado en la pantalla
un par de horas. Cuando termine, mire en derredor mío y resulto que solo
estábamos la chica de allí y yo, tan concentrado en el trabajo había estado...
No sé por qué, pero me pareció que la chica tenía una sonrisa muy picarona
viendo que estábamos solos en la sala. Yo me levante y me acerque a su mesa a
pagarla el tiempo que allí había estado, como así hice. Al darme la vuelta, la
chica me rozo la mano de tal manera que me pareció que quería algo mas, así que
intente besarla en la misma mano...
…y ella me dejo. Así que la quite la
chaquetilla y segui besando hacia arriba por el brazo. Hasta llegar a su
cuello. Allí empecé a lamerla con cuidado detrás de las orejas, primero una y
luego la otra. Mientras, desde atrás, poco a poco, fui metiendo una mano entre
sus pantalo-nes, hasta que note su coñito húmedo y empecé a acariciar esa zona,
metiendo de vez en cuando los deditos dentro de la vagina. La chica ronroneaba
muy bajito, pero se la podía oír, porque estaba muy cerca de su linda boquita.
La apoye de repente contra una de las
mesas que había en la sala y la baje los pantaloncitos y las braguitas. Ella
abrió un poco las piernas y me dejo penetrarla con más facilidad. Empecé a
acometerla poco a poco, para ir subiendo en intensidad a medida que notaba que
la chica subía en calentón. A la vez, la daba unos azotitos en el culito, con
los que la chica se excitaba mucho, según notaba...
-¡¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyy, dale duro, dale
duro, dale duro…!! – gemía a voz en grito a veces.
Yo asi lo hacía cuando me lo pedía. La
abrazaba por la cintura con un mano y con la otra la acariciaba las tetas y el
abdomen. De vez en cuando la besaba la espalda y la chica temblaba y temblaba
de placer, por lo que notaba...
Al cabo de un rato, la hice cambiar de
posición y la senté encima de la misma mesa y la penetre de frente, mientras la
besaba repetidamente y ella me devolvía los besos. Nos metíamos la lengua hasta
el fondo de la boca. Estábamos los dos muy calientes y los dos nos seguíamos moviendo,
una y otra vez, una y otra vez… Ella se movía hacia los lados y hacia delante y
hacia atrás mientras no perdía ocasión de besarme...
Pasado un rato, me dijo al odio que me
sentara en una silla. Así lo hice y ella se me sentó encima y empezó a moverse
hacia arriba y hacia abajo, hacía arriba y hacia abajo… mientras yo la sujetaba
por la cintura y la besaba en sus preciosas tetas de vez en cuando. Me ponía
muchísimo ver como la botaban delante de mi cara, porque eran preciosas...
-¡¡Agárrame fuerte y dame igual, guapo,
dale…!! – chillaba a la vez que subía y bajaba…
Como también tenía una sonrisa preciosa, en
un momento dado me eche hacía atrás y me quede sin hacer nada, mientras ella
seguía saltando encima de mi polla, solo mirándola la sonrisa de placer que
tenía marcada en la cara. Ella se dio cuenta y empezó a hacerlo más fuerte,
solo porque se calentaba mucho viéndome mirarla su sonrisa…
Al cabo de un rato, la chica paró, se bajó y
empezó a besarme en el abdomen, yendo hacia abajo poco a poco, pasando la
lengua a veces por mi piel en cualquier sitio, hasta que llegó a mi polla, que
estaba llena de su fluidos, y se la metió en la boca, para jugar con su lengua
en la punta de la misma durante un rato. Hasta que decidió tragársela entera,
hasta el fondo, varias veces, primero muy poco a poco y después más rápido,
hasta que note que ella se corría y que yo también lo hacía, dentro de su boca.
Ella se tragó mi leche e hizo un gesto de placer extremo, acentuando esa sonrisa
preciosa que llevaba en la cara toda la tarde. Nos vestimos y tras recoger un
poco la sala (que la habíamos dejado que ya, ya, jejejejeje…), salimos a tomar
un refresco a un bar que había cerca, charlando de cualquier cosa (el tiempo,
el municipio, su pueblo, el mío, de turismo, etc.). Al final nos separamos,
intercambiándonos los teléfonos para quedar alguna otra vez.
Por cierto, que la pague la sesión de
informática que la debía antes de irnos…