sábado, 30 de noviembre de 2013

La Sala de Informática

Mi ordenador decidió dejar de funcionar un día de verano sin más ni más, porque hasta cinco minutos antes funcionaba de maravilla. Pero eso es lo que tienen estos trastos, que le vamos a hacer… Total, que tuve que llevarle a una tienda para que lo arreglaran. Allí me dijeron que tenía que esperar dos semanas para verlo arreglado, así que tuve que buscarme un nuevo ordenador y lo encontré en la sala de informática pública de mi ayuntamiento. Después de ir tres o cuatro días, vi que la chica que lo atendía era monísima, con el pelo rizado recogido en una trenza, unos pantalones ajustados que me ponían a mil y unas camisetas también ajustadas que ya eran la leche, pues tenía unas tetillas que eran preciosas y un primor...

Después de ir unos días más, una tarde resulto que tenía que hacer un trabajo que me mantuvo enfrascado en la pantalla un par de horas. Cuando termine, mire en derredor mío y resulto que solo estábamos la chica de allí y yo, tan concentrado en el trabajo había estado... No sé por qué, pero me pareció que la chica tenía una sonrisa muy picarona viendo que estábamos solos en la sala. Yo me levante y me acerque a su mesa a pagarla el tiempo que allí había estado, como así hice. Al darme la vuelta, la chica me rozo la mano de tal manera que me pareció que quería algo mas, así que intente besarla en la misma mano...

…y ella me dejo. Así que la quite la chaquetilla y segui besando hacia arriba por el brazo. Hasta llegar a su cuello. Allí empecé a lamerla con cuidado detrás de las orejas, primero una y luego la otra. Mientras, desde atrás, poco a poco, fui metiendo una mano entre sus pantalo-nes, hasta que note su coñito húmedo y empecé a acariciar esa zona, metiendo de vez en cuando los deditos dentro de la vagina. La chica ronroneaba muy bajito, pero se la podía oír, porque estaba muy cerca de su linda boquita.

La apoye de repente contra una de las mesas que había en la sala y la baje los pantaloncitos y las braguitas. Ella abrió un poco las piernas y me dejo penetrarla con más facilidad. Empecé a acometerla poco a poco, para ir subiendo en intensidad a medida que notaba que la chica subía en calentón. A la vez, la daba unos azotitos en el culito, con los que la chica se excitaba mucho, según notaba...

   -¡¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyy, dale duro, dale duro, dale duro…!! – gemía a voz en grito a veces.

Yo asi lo hacía cuando me lo pedía. La abrazaba por la cintura con un mano y con la otra la acariciaba las tetas y el abdomen. De vez en cuando la besaba la espalda y la chica temblaba y temblaba de placer, por lo que notaba...

Al cabo de un rato, la hice cambiar de posición y la senté encima de la misma mesa y la penetre de frente, mientras la besaba repetidamente y ella me devolvía los besos. Nos metíamos la lengua hasta el fondo de la boca. Estábamos los dos muy calientes y los dos nos seguíamos moviendo, una y otra vez, una y otra vez… Ella se movía hacia los lados y hacia delante y hacia atrás mientras no perdía ocasión de besarme...

Pasado un rato, me dijo al odio que me sentara en una silla. Así lo hice y ella se me sentó encima y empezó a moverse hacia arriba y hacia abajo, hacía arriba y hacia abajo… mientras yo la sujetaba por la cintura y la besaba en sus preciosas tetas de vez en cuando. Me ponía muchísimo ver como la botaban delante de mi cara, porque eran preciosas...

  -¡¡Agárrame fuerte y dame igual, guapo, dale…!! – chillaba a la vez que subía y bajaba…

Como también tenía una sonrisa preciosa, en un momento dado me eche hacía atrás y me quede sin hacer nada, mientras ella seguía saltando encima de mi polla, solo mirándola la sonrisa de placer que tenía marcada en la cara. Ella se dio cuenta y empezó a hacerlo más fuerte, solo porque se calentaba mucho viéndome mirarla su sonrisa…

Al cabo de un rato, la chica paró, se bajó y empezó a besarme en el abdomen, yendo hacia abajo poco a poco, pasando la lengua a veces por mi piel en cualquier sitio, hasta que llegó a mi polla, que estaba llena de su fluidos, y se la metió en la boca, para jugar con su lengua en la punta de la misma durante un rato. Hasta que decidió tragársela entera, hasta el fondo, varias veces, primero muy poco a poco y después más rápido, hasta que note que ella se corría y que yo también lo hacía, dentro de su boca. Ella se tragó mi leche e hizo un gesto de placer extremo, acentuando esa sonrisa preciosa que llevaba en la cara toda la tarde. Nos vestimos y tras recoger un poco la sala (que la habíamos dejado que ya, ya, jejejejeje…), salimos a tomar un refresco a un bar que había cerca, charlando de cualquier cosa (el tiempo, el municipio, su pueblo, el mío, de turismo, etc.). Al final nos separamos, intercambiándonos los teléfonos para quedar alguna otra vez.

Por cierto, que la pague la sesión de informática que la debía antes de irnos…